Amigos de Versalles 1789 (Reflexiones)

Luego de haber regresado de Suecia y haberle anunciado a María Antonieta que estaba arreglando su próxima boda, el Conde Hans Axel Von Fersen se encontraba desesperado por las circunstancias que le habían tocado vivir: se había enamorado apasionadamente de una mujer casada, y no de cualquier mujer casada, sino de la mismísima reina de Francia. Debió haber sido muy fuerte la atracción entre ambos para que luego de pasados 4 años desde que dejaron de verse por el retorno de Fersen a Suecia, sus sentimientos hayan seguido intactos. Por aquel tiempo, los jóvenes tenían alrededor de 23 años. Al estar cerca de ellos, Oscar era testigo de como se iba dando toda esa situación. Resultaba más que evidente para ella que María Antonieta se había enamorado de Fersen, y ya en el pasado, el mismo Fersen le había dado a entender a Oscar que se sentía muy atraído por María Antonieta. Por las épocas en las que se conocieron, tanto la reina como el conde se sintieron muy cómodos el uno al lado del otro.

En esta ocasión me gustaría escribir acerca del gran corazón de uno de nuestros personajes principales: André. André era un ser humano que tenía la capacidad de ver más allá de lo superficial cuando se trataba de entender a las personas, y no sólo me refiero a la capacidad que tenía para entender los sentimientos de Oscar, sino de todos los seres que llegaba a conocer. André comprendió - y nunca juzgó- los sentimientos de Fersen hacia la reina María Antonieta y sentía una sincera compasión por su sufrimiento. Como hombre, era capaz de entender lo que se sentía no poder estar libremente con la mujer que amaba. Nunca olvidaré aquella vez en la que - pensando en voz alta sobre el dolor de Fersen y su propio sufrimiento - le dijo a Oscar lo siguiente: “¿Por qué es tan doloroso amar y ser amado?.... En este mundo siempre existirán amores que nunca serán confesados....” Cuando Fersen llegó desde América después de 7 años de estar lejos de Francia, si bien le dolió ver como se iluminó Oscar a

En los días en los que nuestros protagonistas bordeaban los 18 años, André se había estado sintiendo muy inseguro con respecto a su relación con Oscar. Hasta antes que ella se vuelva la Comandante de la Guardia Real, las vidas de André y Oscar giraban la una en torno a la otra ya que siempre estaban juntos: jugaban juntos, estudiaban juntos, practicaban esgrima juntos, etc. Si bien Oscar también recibía el entrenamiento de su padre, el General Jarjayes era un hombre con muchas responsabilidades y debido a esto Oscar pasaba la mayoría de tiempo con André y con su nana. André había sido designado como compañero de Oscar desde la niñez: ésta fue una decisión estratégica del General Jarjayes. Oscar solo tenía hermanas - no tenía ninguna influencia masculina a su alrededor más que su padre - por lo que la presencia de André fue de gran ayuda en la crianza de Oscar. André no fue un niño particularmente rebelde o travieso sino más bien un niño tranquilo que además estaba muy bien aleccionado