El DÍA QUE OSCAR PROTEGIÓ A FERSEN Y A MARÍA ANTONIETA



Luego de haber regresado de Suecia y haberle anunciado a María Antonieta que estaba arreglando su próxima boda, el Conde Hans Axel Von Fersen se encontraba desesperado por las circunstancias que le habían tocado vivir: se había enamorado apasionadamente de una mujer casada, y no de cualquier mujer casada, sino de la mismísima reina de Francia. Debió haber sido muy fuerte la atracción entre ambos para que luego de pasados 4 años desde que dejaron de verse por el retorno de Fersen a Suecia, sus sentimientos hayan seguido intactos. Por aquel tiempo, los jóvenes tenían alrededor de 23 años.

Al estar cerca de ellos, Oscar era testigo de como se iba dando toda esa situación. Resultaba más que evidente para ella que María Antonieta se había enamorado de Fersen, y ya en el pasado, el mismo Fersen le había dado a entender a Oscar que se sentía muy atraído por María Antonieta.

Por las épocas en las que se conocieron, tanto la reina como el conde se sintieron muy cómodos el uno al lado del otro. La soledad en la que vivía María Antonieta por el frívolo ambiente de la corte francesa que la rodeaba se esfumaba por completo cuando Fersen estaba cerca de ella. Por otra parte, el conde sentía una gran debilidad por ella y le era imposible alejarse. Aún sabiendo que la reina le tomaba más atención de la que debería, eso no le importaba y - a pesar de ser un hombre honorable y saber perfectamente que pasar tanto tiempo junto a la consorte del rey de Francia no era correcto - sus emociones lo sobrepasaban y no era capaz poner distancia con ella. Por aquel tiempo, Oscar tuvo que intervenir instigándolo a que regrese a su país por el bien de Francia y de sí mismo, por lo que tuvo que marcharse.

Sin embargo ya habían pasado 4 años desde entonces, y aunque los sentimientos de Fersen se mantenían intactos, él estaba decidido a aniquilar definitivamente su amor hacia la reina confesándole su próximo matrimonio. Su estrategia, en lugar de alejarlo de la mujer que amaba, solo precipitó los acontecimientos que ya estaban escritos en sus destinos y que ellos no fueron lo suficientemente fuertes como para cambiar. Irrevocablemente - y contra toda lógica - se entregaron a su pasión y al amor que sentían el uno por el otro.

Paralelamente, Oscar comenzaba a sentirse atraída por Fersen. Su trágica y tortuosa historia de amor y su capacidad de resistir el dolor para estar cerca de la mujer amada hacían que Oscar lo admirase cada vez más y empezara a pensar en él como hombre. Al conocerla tan bien, André se dio cuenta inmediatamente de los sentimientos de Oscar hacia Fersen, y aunque interiormente sentía rabia por esta situación, también estaba muy seguro de que el conde solo tenía ojos para María Antonieta y no representaba una amenaza para él, por el contrario, sentía simpatía por Fersen y compasión por su sufrimiento.

André le había informado a Oscar - con lujo de detalles - los rumores que se esparcían por toda Francia acerca de estos dos amantes, rumores que la misma reina le confirmó a Oscar cuando le suplicó que le enviara un mensaje a su amado sin poder mirarla a la cara por la vergüenza de estarle confesando algo tan deshonroso. Aunque Oscar nunca la juzgó - y le llevó el mensaje a Fersen - se sentía totalmente incómoda al involucrarse en eso, no solo porque iba contra la moral y contra el bienestar de Francia, sino también porque ella misma se sentía atraída hacia el conde y jugar el papel de mensajera entre ellos le resultaba humillante.

Fersen y María Antonieta habían acordado verse en un baile muy importante que iba a realizarse en el palacio de Versalles. Oscar estaba harta: harta de los rumores sobre dos personas a las que ella apreciaba y harta de tener que estar involucrada - sin quererlo - por el solo hecho de que la reina le había confesado su relación clandestina de primera mano y ser amiga cercana de Fersen. Decidió no ir y fue a avisarle a André su decisión.

André, que leía a Oscar como si fuese un libro abierto, sabía que ella no quería ir para no tener que ver juntos a Fersen y María Antonieta. A Oscar también le molestaban mucho las habladurías de los nobles los cuales los juzgaban sin compasión, pero principalmente no quería ir porque se sentía muy incómoda al ver al hombre que le gustaba perder la cabeza completamente por la mujer que amaba. Oscar estaba bloqueada por esto y no podía pensar adecuadamente sobre lo que debía hacer como Comandante de la Guardia Real y como amiga de ambos. Sin embargo André - que era capaz de analizar la situación sin involucrar sus emociones - sentía genuinamente que alguien debía tenderles una mano a estos dos amantes, víctimas de ellos mismos, antes que se hundieran completamente ante toda la corte, y trata de hacer reflexionar a Oscar para que les de su apoyo, pero ella estaba renuente.

André: Oscar, este es un baile muy importante al que asistirán la mayoría de nobles. Si el Comandante General de la Guardia, y heredero de la familia Jarjayes no asiste, les va a parecer raro.

Oscar explota...

Oscar: ¡Es que no lo puedo resistir! ¡No soporto que Lady Antonieta sea el blanco de las miradas y chismes de la gente!

Eso era en parte cierto, pero Oscar estaba bloqueada. La atracción que sentía por Fersen no la dejaba pensar y André estaba tratando de impulsarla a hacer lo correcto.

André: Por eso. ¿Acaso no es una buena razón para que vayas? Lady Antonieta sólo depende de ti, y seguramente Fersen también.

Oscar: ¡No quiero tomar parte en esto!....Ellos dos son ellos dos, y yo soy yo.... ¡¿Qué quieres que haga?! ¡¿Que mate a los que esparcen chismes?! ¡¿Que ciegue a aquellos que la miran?!  

André: jajaja Es una buena idea. ¿Lo intentamos?

A André se le había ocurrido una brillante idea a partir de las palabras de Oscar: cegar completamente a los nobles con la belleza de Oscar y darles un motivo distinto de que hablar, para que al menos por esa noche dejen en paz a Fersen y María Antonieta. La popularidad de Oscar en la corte era innegable, si llegaba vestida con el uniforme de gala señalando con eso que bailaría esa noche, las damas se volverían locas. Además, acapararía con un buen pretexto a María Antonieta, ya que al ser una noche tan especial - la primera de Oscar bailando en Versalles -, ella aceptaría bailar solo con ella.

Oscar se calma de pronto y se ríe ante el elaborado plan de André.

Esa noche, ya habían empezado las habladurías de siempre cuando el carruaje de Oscar llega al baile del palacio. André le abre la puerta para que baje y la contempla, se arrodilla frente a ella como haciendo una reverencia ante tanta belleza: “Vaya.... Maravillosa” - dice. Oscar pasa de largo ignorando sus comentarios porque sabe que los halagos de André son parte de las bromas que siempre le hace, pero de hecho, él lo había dicho en serio ya que lucía espectacular vestida así. La sigue con la mirada sonriendo y muy orgulloso de ella.

Oscar entra al baile y todos quedan extasiados. La idea había sido un éxito, ella había eclipsado el lugar. María Antonieta se acerca a Oscar y ella se inclina ante su majestad la reina.


María Antonieta: (con una sonrisa) Oscar ¿Qué vientos soplan esta noche? Tú nunca habías bailado antes...

Oscar: Con todo respeto, el viento sopla tanto del este como del oeste... (Oscar bromeaba con ella aunque tan seria que solo ellas lo notaban).

María Antonieta se ríe con la gracia de toda una reina.

María Antonieta: ¿Vas a bailar con los hombres? ¿O será con las mujeres? 

Oscar: Con quien usted desee, su majestad.... (María Antonieta asienta con la cabeza y le extiende la mano para concederle su primer baile. Oscar toma su mano, se levanta, la mira y de manera casi imperceptible le hace una petición).... Pero..... por favor, déjeme ser su única pareja esta noche.

 


María Antonieta se sorprende un segundo pero inmediatamente capta sus verdaderas intenciones al darse cuenta de que Oscar había llevado el uniforme de gala solo para bailar con ella toda la noche. De no hacerlo, Fersen hubiese bailado con ella haciéndo que se incrementen aún más los rumores malintencionados que ya se regaban por toda Francia. La reina sonríe ante su demostración de amistad y lealtad.

María Antonieta: Está bien....

Ambas empiezan a bailar.

....

Oscar demostró su amistad hacia Fersen y hacia la reina incluso por encima de sí misma. No se sintió cómoda estando en el medio de esa situación pero se sobrepuso para ayudar a sus amigos. El conde sueco y la reina de Francia se habían dejado arrastrar por su pasión y por su amor, y aunque ella no estaba de acuerdo tampoco los condenaba. 

La reina apreció a Oscar hasta el último día de su vida. Todas las muestras de afecto y la lealtad que le había demostrado a lo largo de su vida eran muestras de que Oscar siempre estuvo dispuesta a ayudarla, incluso cuando - antes de pasar a luchar al lado del pueblo - le pidiera con insistencia que saque a los soldados de París, anticipándose al estallido de la Revolución Francesa y al fin de la monarquía.


Relato inspirado en el capítulo 20 del anime La Rosa de Versalles. Los personajes son de la autoría de Riyoko Ikeda. Créditos de las imágenes al anime.

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